miércoles, 30 de marzo de 2016

La manifestación por Jesús del Nombre del Padre

Nociones preliminares

La noción de bien tiene sentido solamente aplicada a seres vivientes, y particularmente a seres con conciencia de sí mismos. Esto es evidente considerando que no tiene sentido hablar del bien de una estrella o de una roca.

El bien de un ser viviente es ser, y ser en plenitud. Esto es evidente considerando que el mal de un ser viviente, definido como ausencia de bien, es su disminución en el ser y, en el caso extremo, su cese de ser, su muerte.

Ser para un ser viviente es sinónimo de vivir. Cuando un animal muere, el animal cesa de ser, y queda un cadáver.

Bien = Ser = Vivir

Así, partiendo de la definición de amar, a la que agrego "procurar": amar es desear y procurar el bien a alguien,

reemplazando en ella la definicion anterior de bien, tenemos: amar es desear y procurar que alguien sea, y sea en plenitud,

y reemplazando en ésta última ser por su sinónimo, tenemos: amar es desear y procurar que alguien viva, y viva en plenitud.


El Nombre propio de Dios revelado en Ex 3:15

El Nombre propio de Dios YHWH revelado en Ex 3:15 corresponde a la tercera persona masculino singular del imperfecto (tiempo verbal hebreo que se puede traducir por un presente continuo) del verbo hwh, forma arcaica del verbo hyh "ser", conjugado en:

- la forma causativa hifil: "Él causa que sea", "Él hace ser", si se lo pronuncia Yahweh, o en

- la forma simple qal: "Él Es", si se lo pronuncia Yihweh.

Adoptando la sugerencia de S. Juan Pablo II en su catequesis del 7 de agosto de 1985, escribo el verbo Ser con mayúscula en sentido subsistente y con minúscula en sentido contingente [1].

Por lo tanto, si la vocalización correcta del Nombre propio de Dios en tercera persona es Yahweh, entonces Dios es "Él hace ser" = "Él ama."

Si Dios es "Él hace ser" por esencia, por naturaleza, entonces la definición de S. Juan "Dios es amor" (1 Jn 4:8,16) se deduce estrictamente del Nombre propio de Dios revelado en Ex 3:15.

Pero el Concilio Ecuménico Vaticano I enseña, en la Constitución Dogmática "Dei Filius", capítulo 1 "Sobre Dios creador de todas las cosas", que Dios creó el universo material y el espiritual (los ángeles) "por un plan absolutamente libre", definiendo en el canon 5 de ese capítulo que:

"Si alguno [...] sostuviere que Dios no creó por su voluntad libre de toda necesidad, sino con la misma necesidad con que se ama a Sí mismo; [...]: sea anatema."

Por lo tanto, dado que "hacer ser" las creaturas no es algo que Dios hace por necesidad de naturaleza, sino algo que Él decidió libremente hacer, entonces el Nombre Yahweh no expresaría la esencia de Dios en Sí mismo, sino solamente su rol consecuente a su decisión libérrima de crear. Dado que nosotros existimos precisamente debido a esa decisión libérrima, Yahweh expresa Quién es Dios para nosotros: El que nos hace ser, mientras que la esencia de Dios en Sí mismo sería expresada, además de por el Nombre propio en primera persona revelado en Ex 3:14: Ehyeh, "Yo Soy", por el Nombre propio en tercera persona revelado en Ex 3:15 solamente si éste es vocalizado en forma simple qal: Yihweh, "Él Es".


La manifestación por Jesús del Nombre del Padre

Ahora bien, dado que la evidencia histórica apunta a que los israelitas pronunciaban el Nombre revelado en Ex 3:15 como Yahweh, ¿habrá un sentido en que ese Nombre exprese la esencia de Dios en Sí mismo, tal que la definición "Dios es amor" sea consecuencia necesaria de él?  De hecho lo hay, a partir de que Jesús ha revelado que Dios engendra eternamente a un Hijo consubstancial, lo cual se refleja en el modo de nombrar a Dios por los Apóstoles Pablo, Pedro y Juan:

"Dios Padre" (genitivo: Theou Patros, *dativo: Theo Patri): Gal 1:1; Ef 6:23; Fil 2:11; *1 Tes 1:1; 1 Tim 1:2; 2 Tim 1:2; Tito 1:4; 1 Pe 1:2; 2 Pe 1:17; 2 Jn 1:3;

"el Dios y Padre" (dativo: to Theo kai Patri): 1 Cor 15:24; Ef 5:20;

"el Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo" (dativo: to Theo Patri tou Kyriou hemon Iesou Christou): Col 1:3.

Además, es verdad de fe que Dios Padre engendra a su Hijo consubstancial no por voluntad libre contingente sino por naturaleza, como dice la fórmula llamada "Fe de Dámaso" o "Fides Damasi" (DS 71 / Dz 15):

"El Padre engendró al Hijo no por voluntad ni por necesidad, sino por naturaleza."

Y como reitera el Símbolo de fe del XI Concilio de Toledo, 675 (DS 526 / Dz 276):

"Además, este Hijo de Dios es Hijo por naturaleza y no por adopción, a quien hay que creer que Dios Padre no lo engendró ni por voluntad ni por necesidad; porque ni en Dios cabe necesidad alguna, ni la voluntad previene a la sabiduría."

Así, hay un sentido en que el Nombre Yahweh, "Él hace ser", expresa la esencia de Dios en Sí mismo, y es cambiando el verbo "ser" en sentido contingente por "Ser" en sentido subsistente: "Él hace Ser", por naturaleza, a su Hijo consubstancial, y lo hace Ser lo mismo que Él Es, el único Ser Subsistente, engendrándolo en la eternidad y no creándolo. Así, el Padre es Amor ad intra.

Jesús, al revelarse como "Yo Soy", uno con el Padre, simultáneamente nos revela que Dios no solamente es Yahweh, "Él hace ser", contingentemente ad extra, sino que también, y ante todo, es "Él hace Ser" (con mayúscula) esencialmente ad intra. La esencia de Dios no es solamente Ser sino también "hacer Ser", engendrar a su Hijo consubstancial. Dios es esencialmente Padre, y por lo tanto esencialmente Amor. Así, Jesús nos revela el pleno sentido del Nombre propio de Dios, como Él mismo dice en su oración sacerdotal:

"He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado de en medio del mundo." (Jn 17:6)

"Les dí a conocer tu Nombre y lo daré a conocer," (Jn 17:26)

Así, el Nombre de Dios que Jesús nos da a conocer es "Dios Padre", el cual, entendido en el sentido cristiano de "Padre de un Hijo consubstancial":

- presupone el Nombre Ehyeh, "Yo Soy", porque solamente el Ser Subsistente puede engendrar a un Hijo consubstancial en el sentido trinitario, no otra instancia de una sustancia sino numéricamente la misma única instancia, y

- lleva a una plenitud de sentido el Nombre Yahweh, que ahora es ante todo "Él hace Ser" esencialmente, engendrándolo, a su Hijo consubstancial, y no solamente "Él hace ser" contingentemente, creándolas, a las creaturas.

Dado que creer que Jesús es "Yo Soy", el Hijo consubstancial del Padre, es conocer la plena dimensión de la gloria de Dios Padre, conocer que es esencialmente "Él hace Ser", Amor, ad intra, se entiende por qué que "toda lengua confiese «Jesucristo es Señor»" es "para gloria de Dios Padre" (Fil 2:11).


La revelación por Jesús del amor del Padre hacia nosotros

Ahora bien, ¿tiene esta revelación alguna proyección en nuestra relación con Dios?  La tiene, porque Jesús, en su oración sacerdotal, dice también al Padre, hablando de los discípulos presentes y futuros: "los has amado como me amaste a Mí" (Jn 17:23).

Entendiendo esta revelación en línea con el canon de Dei Filius citado antes, Dios Padre, que por naturaleza engendra eternamente su Hijo consubstancial, no sólo decidió libremente crearnos en el tiempo, sino que además decidió libremente hacernos participar de la Persona de su Hijo, tal que el amor por el cual, por una decisión libre, nos "hace ser" infinitamente más de lo que podemos por naturaleza (aún cuando ésta no hubiese sido dañada por el pecado), es el mismo amor por el cual, por naturaleza, "hace Ser" a su Hijo Único lo mismo que Él Es.

Por este amor inaudito, el Padre:

- nos hace ser partícipes de la Persona del Hijo (2 Pe 1:4, teniendo en cuenta que la naturaleza divina no existe "aparte" de las Personas divinas), por la infusión de la gracia santificante, y

- nos da el Amor con el que Él ama al Hijo (Jn 17:26), esto es el Espíritu Santo, por la infusión de la caridad.

Por lo tanto, además de revelarnos plenamente Quién es Dios en Sí mismo, el Padre que por naturaleza "hace Ser" eternamente, engendrándolo y no creándolo, a su Hijo consubstancial, Jesús nos revela plenamente Quién es Dios para nosotros: no solamente nuestro Creador, que nos "hace ser" según nuestra naturaleza, conocimiento que ya teníamos por la revelación del Antiguo Testamento y que además es accesible por la reflexión filosófica (Rom 1:19-20), sino también nuestro Padre por adopción, que nos "hace ser" partícipes de la naturaleza divina creándonos de nuevo, en terminología paulina, o haciéndonos nacer de nuevo, en terminología johannina, como miembros de su Hijo consubstancial y templos del Espíritu Santo consubstancial a Ambos.

Así, el Nombre que expresa Quién es Dios para nosotros es también "Dios Padre", el cual, entendido en el sentido cristiano de "Padre por adopción de quienes hace partícipes de la Persona de su Hijo consubstancial", lleva a una plenitud de sentido el Nombre Yahweh, que ahora es no solamente "El que hace ser" todas las creaturas según su naturaleza, sino también "El que hace ser" a las creaturas intelectuales y las racionales, los ángeles y los hombres, partícipes de la naturaleza divina.


El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como un único "Él hace ser" ad extra

Volviendo a Dios como "El que hace ser" las creaturas, y teniendo en cuenta el dogma de la unidad de la operación divina ad extra, según el cual todas las operaciones divinas ad extra son comunes a las tres Personas divinas como una sola causa eficiente, es claro que cada una de las tres Personas divinas es el único "Él hace ser", Yahweh, con respecto a las creaturas.

Recordando que el Padre nos ama como amó a su Hijo (Jn 17:23), Jesús manifiesta explícitamente su unidad con el Padre en el amor a nosotros al decir: "Como el Padre me amó, así Yo os he amado" (Jn 15:9), así como su unidad en el "hacernos ser" al decir: "Yo les he dado la gloria que Tú me diste" (Jn 17:22).

Finalmente, en línea con la observación inicial de que ser para un ser viviente es sinónimo de vivir, Jesús muestra la instrumentalidad de su Humanidad en su Ser "Él hace ser" al afirmar que vino a este mundo para que los hombres "tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10:10).


Apéndice: Sobre si se puede llamar Padre a Jesucristo, y en qué sentido

Parto de los siguientes dos puntos:

A. el dogma de fe de la unidad de la operación divina ad extra, y

B. las nociones de causa eficiente, el agente de un evento o acción, y causa final, la finalidad de ese evento o acción.

Por el dogma del punto A, sabemos que la obra de santificación ontológica del ser humano, el hacerlo nacer de nuevo a la participación de la vida divina como miembro del Hijo y templo del Espíritu Santo, es común a las tres Personas divinas. Lo cual no se opone a la atribución o "apropiación" de esa obra al Espíritu Santo, del mismo modo que la Encarnación del Verbo, que fue obra común de las tres Personas divinas, es atribuida usualmente al Espíritu Santo: "fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo".

Por las nociones del punto B, distinguimos entre paternidad como causa eficiente, la acción de engendrar, y paternidad como causa final, la relación personal Padre-hijo que resulta de esa acción. La primera, por el dogma del punto A, corresponde a la Santísima Trinidad, por lo que en cuanto a la causa eficiente somos hijos de las tres Personas divinas, que en nuestra santificacion (y en cualquier otra operación ad extra) obran como una sola causa eficiente. Pero dado que el nuevo nacimiento nos hace miembros de Cristo, no del Padre ni del Espíritu Santo, en cuanto a la causa final, la relación personal que resulta de la santificación, somos hijos adoptivos del Padre. Por lo tanto en el Padre Nuestro nos dirigimos al Padre.

Algo análogo ocurrió en la Encarnación del Verbo. La causa eficiente de esa acción fue la Santísima Trinidad, pero el resultado de esa acción fue que la Humanidad de Jesús fue asumida por el Hijo, no por el Padre ni por el Espíritu Santo.


Nota

[1] En esa audiencia, después de citar las palabras de Jesús a S. Catalina de Siena: "Tú eres lo que no es, Yo soy El que Es", el Papa dice:

Sería oportuno cuando nos referimos a Dios escribir con letra mayúscula aquel "soy" el que "es", reservando la minúscula a las criaturas. Ello sería además un signo de un modo correcto de reflexionar sobre Dios según las categorías del "ser".

sábado, 26 de marzo de 2016

Sentido de la caída en tierra de la partida que iba a prender a Jesús en Jn 18:5-6

La narración en el Evangelio de S. Juan del prendimiento de Jesús en el huerto de Getsemaní contiene un evento con un sentido teológico muy profundo y rico, cuya explicación he hallado solamente en el sitio web de un estudioso judío [1]. Por lo que lo comparto a continuación.

En el Evangelio de S. Juan, Judas identifica para la cohorte y los servidores de los príncipes de los sacerdotes el lugar donde encontrar a Jesús, pero no a Jesús con un beso una vez que llegan a ese lugar, sino que es Jesús mismo Quien se auto-identifica ante quienes vienen a prenderlo:

Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre Él, habiéndose adelantado les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús, el Nazareno». Él les dice: «Yo Soy». También Judas, el que lo está entregando, había estado parado con ellos. Cuando les dijo: «Yo Soy», ellos retrocedieron y cayeron en tierra. De nuevo les preguntó: «¿A quién buscáis?». Ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno».  Jesús contestó: «Os he dicho que Yo Soy. Si me buscáis a Mí, dejad marchar a éstos». (Jn 18:4-8)

Para captar el sentido teológico de este pasaje es necesario tener en cuenta tres datos:

1. La expresión "Yo Soy" (Ego Eimi) aislada, con la cual Jesús se identifica dos veces en el pasaje, aparece en cuatro pasajes previos del Evangelio de S. Juan:

«si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.» (Jn 8:24)

«Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta;» (Jn 8:28)

«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham fuese, Yo Soy.» (Jn 8:58)

«Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy.» (Jn 13:19)

En todos estos pasajes es claro que Jesús se aplica a Sí mismo el Nombre propio de Dios en primera persona. Esto es particularmente evidente en los pasajes 1, 2 y 4, en los que Jesús resalta la importancia de creer/saber que "Él Es", en claro eco de dos pasajes del segundo Isaías:

"Vosotros sois mis testigos - oráculo de Yahveh - y mi siervo a quien Yo he elegido, para que me conozcáis y me creáis y entendáis que Yo Soy." (Is 43,10).

"Escúchame Jacob; Israel, a quien llamé: Yo Soy; Yo Soy el primero y Yo Soy también el último." (Is 48,12).

Nótese también que en el pasaje 3 queda claro que el Hijo Es en la eternidad, un único momento de infinita plenitud, y no en el tiempo, una sucesión de momentos, porque Jesús dice "antes de que Abraham fuese, Yo Soy", no "antes de que Abraham fuese, Yo Era."

2. El término griego traducido como "cayeron" (epesan) es usado cinco veces por S. Juan en el Apocalipsis en el sentido de {postrarse/caer sobre el rostro/echarse rostro en tierra} para adorar: 5:8, 5:14, 7:11, 11:16 y 19:4.

3. En el tiempo de Jesús, el Nombre propio de Dios en tercera persona revelado en Ex 3:15: YHWH, "Él causa que sea" o "Él hace ser" si se lo vocaliza Yahweh o "Él Es" si se lo vocaliza Yihweh [2], era pronunciado por una sola persona, el Sumo Sacerdote, en una sola ocasión en el año: durante la fiesta de la Expiación, en el momento de cargar las culpas de los hijos de Israel sobre el macho cabrío a ser enviado al desierto:

Acabada la expiación del Santuario, de la Tienda del Encuentro y del altar, Aarón presentará el macho cabrío vivo. Y Aarón impondrá ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y todas sus transgresiones en todos sus pecados, y poniéndolas sobre la cabeza del macho cabrío, lo enviará al desierto por medio de un hombre dispuesto para ello. Y el macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos hacia una tierra deshabitada; y él soltará el macho cabrío en el desierto. (Lev 16:20-22)

La plegaria usada por el Sumo Sacerdote en esa ocasión, así como la respuesta del pueblo a esa plegaria, están en la Mishná:

Él (el Sumo Sacerdote) viene al macho cabrío que va a ser enviado al desierto, y pone ambas manos sobre él y confiesa, usando la siguiente expresión: «Te imploro, YHWH, ellos han cometido iniquidades, han transgredido, han pecado delante de Tí, tu pueblo la Casa de Israel. Te imploro, YHWH, perdónalos por sus iniquidades, por sus transgresiones y por sus pecados delante de Tí, como está escrito en la Torá de Moisés tu Servidor: "Porque en ese día se hará expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros pecados quedaréis limpios delante de YHWH"» (Lev 16:30). Y cuando los sacerdotes y el pueblo que estaban parados en el atrio oían el Nombre expresado venir de la boca del Sumo Sacerdote, se arrodillaban, se postraban y caían sobre sus rostros, y exclamaban: "Bendito sea el nombre de su reino glorioso por los siglos de los siglos". (Yoma 6:2) [3]

A partir de estos datos, el sentido de la caída en tierra de los integrantes de la partida que viene a prender a Jesús cuando Él dice "Yo Soy" por primera vez es muy claro: es la postración rostro en tierra del pueblo en el rito de la Expiación al oir el Nombre propio de Dios pronunciado por primera vez por el Sumo Sacerdote. Jesús es el Sumo Sacerdote que está realizando la verdadera Expiación prefigurada en el rito de la Ley mosaica, y que al momento de poner las culpas de los hombres sobre la víctima que las llevará sobre sí, pronuncia el Nombre propio de Dios, con la diferencia respecto al rito de la Ley mosaica, de que Jesús:

- siendo Él mismo la víctima del sacrificio, toma sobre Sí y carga Él con nuestros pecados,

- siendo Él mismo Dios, pronuncia el Nombre propio de Dios en primera persona.

Destaco que esta interpretación del pasaje está en línea con lo que escribe Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret, tomo 2, sección 4.1: "La fiesta judía de la Expiación como trasfondo bíblico de la Oración Sacerdotal". 

Finalmente, la tercera vez en que Jesús pronuncia el Nombre propio de Dios en primera persona como Sumo Sacerdote de la verdadera Expiación no está registrada en el Evangelio de S. Juan sino en el de S. Marcos, en su respuesta al Sumo Sacerdote:

De nuevo le preguntó el Sumo Sacerdote: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?». Jesús contestó: «Yo Soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y viniendo con las nubes del cielo». (Mc 14:61-62)

Para validar la interpretación de que este "Yo Soy" es la tercera pronunciación del Nombre divino en primera persona por parte de Jesús como Sumo Sacerdote de la verdadera Expiación, debemos notar que, en el rito de la Expiación de la Ley Mosaica, inmediatamente después de que el Sumo Sacerdote concluía su plegaria pronunciando el Nombre divino por tercera vez, el cabrito era conducido al desierto. Análogamente, después del "Yo Soy" de Mc 14:62 Jesús comenzó a recibir salivazos, golpes, burlas y bofetadas de parte de los judíos (Mc 14:65). 

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Dicho lo anterior, en el Evangelio de S. Juan la respuesta de Jesús a Pilato incluye una suerte de tercer "Yo Soy" que da cierto carácter de narración autocontenida a este Evangelio:

Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Tú lo dices, Yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» (Jn 18:37).

Para validar la interpretación de que este "Yo soy Rey" es una suerte de tercera pronunciación del Nombre divino en primera persona por parte de Jesús  para que la narración de S. Juan "cierre" si se la lee como si fuese autocontenida, notamos que después del "Yo soy Rey" de Jn 18:37 Jesús comenzó a recibir azotes, coronación con espinas, burlas y bofetadas de parte de los soldados romanos (Jn 19:1-3), y que estos ultrajes, en la narración de S. Juan leida como autocontenida, son los primeros que recibió Jesús en su Pasión, dado que S. Juan no registra ultrajes previos a Jesús de parte de los judíos excepto una bofetada en Jn 18:22.

Por otro lado, es evidente que S. Juan, quien tuvo a la vista los Evangelios Sinópticos al escribir el suyo y cuya intención es que su Evangelio se lea en conjunción con aquéllos, deja en claro que el tercer "Yo Soy" real de Jesús como Sumo Sacerdote de la verdadera Expiación es el de Mc 14:62 y no el de Jn 18:37. En primer lugar porque este último pasaje no contiene un "Yo Soy", Ego Eimi, aislado como los anteriores del Evangelio de S. Juan, sino literalmente un "rey soy Yo", basileus eimi Ego. Y en segundo lugar porque la no mención por S. Juan de los ultrajes a Jesús de parte de los judíos no implica su negación de que realmente ocurrieron.

Referencias:

[1] http://www.exodus-314.com/home/introduction/exodus-314-in-christianity.html?id=39

[2] Esta incertidumbre lingüística no plantea problema teológico alguno porque solamente "El que Es" puede "hacer ser", o en términos metafísicos, solamente el Ser Subsistente puede crear y mantener en el ser a los seres contingentes. Dicho esto, la vocalización Yahweh es más probable, además de que da sentido directo a la expresión Yahweh Sabaoth: "Él hace ser los ejércitos".

[3] http://www.emishnah.com/moed2/Yoma/6.pdf

lunes, 7 de marzo de 2016

El Nombre propio de Dios en primera y tercera persona revelado en Ex 3,14-15

Para entender mejor la revelación que Dios hace de su Nombre propio en Ex 3,14-15 en respuesta a la pregunta de Moisés sobre su nombre en Ex 3,13:

3,14: Dijo Dios a Moisés: «Yo Soy el que Yo Soy.» («EHYEH asher EHYEH.») Y añadió: «Así dirás a los israelitas: “Yo soy” (“EHYEH”) me ha enviado a vosotros.»

3,15: Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: YHWH, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación.»

es necesario tener en cuenta dos propiedades de los verbos en hebreo: la construcción de la raíz o tronco (binyan) y la forma.

El tronco tiene 7 variantes, de las cuales 2 son relevantes para este pasaje:
- qal: activo simple;
- hiphil: activo causativo.

La forma puede ser:
- perfecta: describe una acción terminada;
- imperfecta: describe una acción en curso o continua.

El Nombre revelado en Ex 3,14, “EHYEH”, es tronco qal, primera persona singular, forma imperfecta de "hyh", "ser", lo cual en general puede significar "yo era", "yo soy" o "yo seré", siempre en un sentido continuo, dependiendo del contexto en que se usa. Por lo que usado por Dios en primera persona, dado que Dios Es en la eternidad, la cual no es una sucesión infinita de momentos sino un único momento de infinita plenitud, el significado correcto es “Yo soy”  [1]. Así, al responder «Yo Soy el que Yo Soy.» a la pregunta de Moisés sobre su nombre, Dios revela que es el Ser por esencia, el Ser Subsistente o Absoluto, siendo “Yo soy” el Nombre propio de Dios pronunciado en primera persona, que lo denota como Es en Sí mismo.

El Nombre revelado en Ex 3,15, “YHWH”, viene de "hwh", una variante temprana de "hyh", "ser". A diferencia del Nombre anterior, en este Nombre la tradición de los copistas hebreos ("masoretas") no indica con los signos diacríticos de vocalización (niqud) agregados al texto consonántico la pronunciación de la palabra escrita (Ketiv), sino la de la palabra que se lee en lugar de ella (Qeri), la cual es Adonai, "el Señor", excepto cuando YHWH es precedido por Adonai, en cuyo caso se lee Elohim, "Dios".

Por lo tanto, dado que desde al menos 200 a.C. los judíos ya no pronunciaban habitualmente el Tetragrammaton, como es atestiguado por su ausencia en los fragmentos en hebreo del libro del Eclesiástico, escrito ca. 180 a.C., hallados en Qumran, Masada y la geniza de El Cairo, tal que su pronunciación había quedado restringida a una sola persona, el Sumo Sacerdote, en una sola ocasión del año, la fiesta de la Expiación (Yom Kippur), y dado que, por lo tanto, desde la destrucción del Segundo Templo en 70 A.D. el Tetragrammaton había dejado totalmente de ser pronunciado por los judíos, en principio no se sabe con certeza cuál era su vocalización original, existiendo dos posibilidades:

- tronco qal, tercera persona singular, forma imperfecta, si se lo vocaliza YiHWeH, lo cual en general puede significar "él era", "él es" o "él será", siempre en un sentido continuo, dependiendo del contexto en que se usa. Por lo que usado por una criatura, la cual existe en el tiempo, para referirse a Dios, incluye los tres significados al mismo tiempo, dado que, desde el punto de vista de la criatura, Dios Era en el pasado, Es en el presente y Será en el futuro: "Él Era, Es y Será". Lo cual coincide con la alabanza que los cuatro vivientes, en la visión de S. Juan en el Apocalipsis, "repiten sin descanso día y noche: «Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, “Aquel que Era, que Es y que va a venir”.»" (Ap 4,8). Por lo tanto, en este caso YHWH es el mismo Nombre propio revelado en Ex 3,14 pero pronunciado en tercera persona por una criatura, denotando a Dios como Es en Sí mismo: el Ser Subsistente o Absoluto.

- tronco hiphil, tercera persona singular, forma imperfecta, si se lo vocaliza YaHWeH, significando "Él causa que sea", o más completamente, "Él causaba, causa y causará que sea". Por lo tanto, en este caso YHWH denota a Dios como Es para nosotros: el Creador, el que hace que seamos [2].

Es claro que ambas opciones se implican mutuamente:

- Dado que solamente "El que Es" puede "hacer ser", o en términos filosóficos, que solamente el Ser Subsistente puede dar el ser y sostener en el ser a los seres contingentes, el Nombre YaHWeH presupone necesariamente los Nombres EHYEH / YiHWeH.

- Dado que es inherente a "Aquél que Es" poder "hacer ser", o en términos filosóficos, que es inherente al Ser Subsistente poder dar el ser y sostener en el ser a los seres contingentes, el Nombre EHYEH implica potencialmente el Nombre YaHWeH antes de la libérrima decisión divina de crear, y lo implica necesariamente luego de esa decisión. Nótese que la potencialidad es solamente de la criatura, que puede ser creada por Dios o no serlo, pero que debe existir para que pueda ser pronunciado el Nombre de Dios en tercera persona.


Notas

[1] Escribo con mayúscula el verbo Ser en sentido subsistente y con minúscula en sentido contingente adoptando la sugerencia de S. Juan Pablo II en su catequesis del 7 de agosto de 1985:

Sería oportuno cuando nos referimos a Dios escribir con letra mayúscula aquel "soy" el que "es", reservando la minúscula a las criaturas. Ello sería además un signo de un modo correcto de reflexionar sobre Dios según las categorías del "ser".

[2] Una objeción frecuente a esta opción es que el tronco hiphil de hwh no existe en el idioma hebreo sino solamente en el arameo. A esto respondo señalando que, si el Exodo tuvo lugar a mediados del siglo XV a.C., entonces el Nombre fue revelado a Moises cuando los idiomas arameo y hebreo todavía no se habían diferenciado ("Mi padre era un arameo errante" (Dt 26,6)). Esto es consistente con la referencia a "la tierra de los Shasu de Yhw" en el templo en Soleb, Nubia (Sudán), construido por Amenhotep III, quien reinó de 1391 a 1353 a.C., donde "Shasu" era el término con que los egipcios designaban a los nómadas pastoriles semítico-hablantes que vivían en la península del Sinaí, el Néguev y el sur de Transjordania de la Edad de Bronce tardía a la Edad de Hierro temprana.

[3] Este trabajo fue finalizado el 7 de octubre de 2016 pero es archivado en el blog con fecha 7 de marzo de 2016 porque su contenido precede lógicamente al de los otros dos artículos del blog.