miércoles, 30 de marzo de 2016

La manifestación por Jesús del Nombre del Padre

Nociones preliminares

La noción de bien tiene sentido solamente aplicada a seres vivientes, y particularmente a seres con conciencia de sí mismos. Esto es evidente considerando que no tiene sentido hablar del bien de una estrella o de una roca.

El bien de un ser viviente es ser, y ser en plenitud. Esto es evidente considerando que el mal de un ser viviente, definido como ausencia de bien, es su disminución en el ser y, en el caso extremo, su cese de ser, su muerte.

Ser para un ser viviente es sinónimo de vivir. Cuando un animal muere, el animal cesa de ser, y queda un cadáver.

Bien = Ser = Vivir

Así, partiendo de la definición de amar, a la que agrego "procurar": amar es desear y procurar el bien a alguien,

reemplazando en ella la definicion anterior de bien, tenemos: amar es desear y procurar que alguien sea, y sea en plenitud,

y reemplazando en ésta última ser por su sinónimo, tenemos: amar es desear y procurar que alguien viva, y viva en plenitud.


El Nombre propio de Dios revelado en Ex 3:15

El Nombre propio de Dios YHWH revelado en Ex 3:15 corresponde a la tercera persona masculino singular del imperfecto (tiempo verbal hebreo que se puede traducir por un presente continuo) del verbo hwh, forma arcaica del verbo hyh "ser", conjugado en:

- la forma causativa hifil: "Él causa que sea", "Él hace ser", si se lo pronuncia Yahweh, o en

- la forma simple qal: "Él Es", si se lo pronuncia Yihweh.

Adoptando la sugerencia de S. Juan Pablo II en su catequesis del 7 de agosto de 1985, escribo el verbo Ser con mayúscula en sentido subsistente y con minúscula en sentido contingente [1].

Por lo tanto, si la vocalización correcta del Nombre propio de Dios en tercera persona es Yahweh, entonces Dios es "Él hace ser" = "Él ama."

Si Dios es "Él hace ser" por esencia, por naturaleza, entonces la definición de S. Juan "Dios es amor" (1 Jn 4:8,16) se deduce estrictamente del Nombre propio de Dios revelado en Ex 3:15.

Pero el Concilio Ecuménico Vaticano I enseña, en la Constitución Dogmática "Dei Filius", capítulo 1 "Sobre Dios creador de todas las cosas", que Dios creó el universo material y el espiritual (los ángeles) "por un plan absolutamente libre", definiendo en el canon 5 de ese capítulo que:

"Si alguno [...] sostuviere que Dios no creó por su voluntad libre de toda necesidad, sino con la misma necesidad con que se ama a Sí mismo; [...]: sea anatema."

Por lo tanto, dado que "hacer ser" las creaturas no es algo que Dios hace por necesidad de naturaleza, sino algo que Él decidió libremente hacer, entonces el Nombre Yahweh no expresaría la esencia de Dios en Sí mismo, sino solamente su rol consecuente a su decisión libérrima de crear. Dado que nosotros existimos precisamente debido a esa decisión libérrima, Yahweh expresa Quién es Dios para nosotros: El que nos hace ser, mientras que la esencia de Dios en Sí mismo sería expresada, además de por el Nombre propio en primera persona revelado en Ex 3:14: Ehyeh, "Yo Soy", por el Nombre propio en tercera persona revelado en Ex 3:15 solamente si éste es vocalizado en forma simple qal: Yihweh, "Él Es".


La manifestación por Jesús del Nombre del Padre

Ahora bien, dado que la evidencia histórica apunta a que los israelitas pronunciaban el Nombre revelado en Ex 3:15 como Yahweh, ¿habrá un sentido en que ese Nombre exprese la esencia de Dios en Sí mismo, tal que la definición "Dios es amor" sea consecuencia necesaria de él?  De hecho lo hay, a partir de que Jesús ha revelado que Dios engendra eternamente a un Hijo consubstancial, lo cual se refleja en el modo de nombrar a Dios por los Apóstoles Pablo, Pedro y Juan:

"Dios Padre" (genitivo: Theou Patros, *dativo: Theo Patri): Gal 1:1; Ef 6:23; Fil 2:11; *1 Tes 1:1; 1 Tim 1:2; 2 Tim 1:2; Tito 1:4; 1 Pe 1:2; 2 Pe 1:17; 2 Jn 1:3;

"el Dios y Padre" (dativo: to Theo kai Patri): 1 Cor 15:24; Ef 5:20;

"el Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo" (dativo: to Theo Patri tou Kyriou hemon Iesou Christou): Col 1:3.

Además, es verdad de fe que Dios Padre engendra a su Hijo consubstancial no por voluntad libre contingente sino por naturaleza, como dice la fórmula llamada "Fe de Dámaso" o "Fides Damasi" (DS 71 / Dz 15):

"El Padre engendró al Hijo no por voluntad ni por necesidad, sino por naturaleza."

Y como reitera el Símbolo de fe del XI Concilio de Toledo, 675 (DS 526 / Dz 276):

"Además, este Hijo de Dios es Hijo por naturaleza y no por adopción, a quien hay que creer que Dios Padre no lo engendró ni por voluntad ni por necesidad; porque ni en Dios cabe necesidad alguna, ni la voluntad previene a la sabiduría."

Así, hay un sentido en que el Nombre Yahweh, "Él hace ser", expresa la esencia de Dios en Sí mismo, y es cambiando el verbo "ser" en sentido contingente por "Ser" en sentido subsistente: "Él hace Ser", por naturaleza, a su Hijo consubstancial, y lo hace Ser lo mismo que Él Es, el único Ser Subsistente, engendrándolo en la eternidad y no creándolo. Así, el Padre es Amor ad intra.

Jesús, al revelarse como "Yo Soy", uno con el Padre, simultáneamente nos revela que Dios no solamente es Yahweh, "Él hace ser", contingentemente ad extra, sino que también, y ante todo, es "Él hace Ser" (con mayúscula) esencialmente ad intra. La esencia de Dios no es solamente Ser sino también "hacer Ser", engendrar a su Hijo consubstancial. Dios es esencialmente Padre, y por lo tanto esencialmente Amor. Así, Jesús nos revela el pleno sentido del Nombre propio de Dios, como Él mismo dice en su oración sacerdotal:

"He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado de en medio del mundo." (Jn 17:6)

"Les dí a conocer tu Nombre y lo daré a conocer," (Jn 17:26)

Así, el Nombre de Dios que Jesús nos da a conocer es "Dios Padre", el cual, entendido en el sentido cristiano de "Padre de un Hijo consubstancial":

- presupone el Nombre Ehyeh, "Yo Soy", porque solamente el Ser Subsistente puede engendrar a un Hijo consubstancial en el sentido trinitario, no otra instancia de una sustancia sino numéricamente la misma única instancia, y

- lleva a una plenitud de sentido el Nombre Yahweh, que ahora es ante todo "Él hace Ser" esencialmente, engendrándolo, a su Hijo consubstancial, y no solamente "Él hace ser" contingentemente, creándolas, a las creaturas.

Dado que creer que Jesús es "Yo Soy", el Hijo consubstancial del Padre, es conocer la plena dimensión de la gloria de Dios Padre, conocer que es esencialmente "Él hace Ser", Amor, ad intra, se entiende por qué que "toda lengua confiese «Jesucristo es Señor»" es "para gloria de Dios Padre" (Fil 2:11).


La revelación por Jesús del amor del Padre hacia nosotros

Ahora bien, ¿tiene esta revelación alguna proyección en nuestra relación con Dios?  La tiene, porque Jesús, en su oración sacerdotal, dice también al Padre, hablando de los discípulos presentes y futuros: "los has amado como me amaste a Mí" (Jn 17:23).

Entendiendo esta revelación en línea con el canon de Dei Filius citado antes, Dios Padre, que por naturaleza engendra eternamente su Hijo consubstancial, no sólo decidió libremente crearnos en el tiempo, sino que además decidió libremente hacernos participar de la Persona de su Hijo, tal que el amor por el cual, por una decisión libre, nos "hace ser" infinitamente más de lo que podemos por naturaleza (aún cuando ésta no hubiese sido dañada por el pecado), es el mismo amor por el cual, por naturaleza, "hace Ser" a su Hijo Único lo mismo que Él Es.

Por este amor inaudito, el Padre:

- nos hace ser partícipes de la Persona del Hijo (2 Pe 1:4, teniendo en cuenta que la naturaleza divina no existe "aparte" de las Personas divinas), por la infusión de la gracia santificante, y

- nos da el Amor con el que Él ama al Hijo (Jn 17:26), esto es el Espíritu Santo, por la infusión de la caridad.

Por lo tanto, además de revelarnos plenamente Quién es Dios en Sí mismo, el Padre que por naturaleza "hace Ser" eternamente, engendrándolo y no creándolo, a su Hijo consubstancial, Jesús nos revela plenamente Quién es Dios para nosotros: no solamente nuestro Creador, que nos "hace ser" según nuestra naturaleza, conocimiento que ya teníamos por la revelación del Antiguo Testamento y que además es accesible por la reflexión filosófica (Rom 1:19-20), sino también nuestro Padre por adopción, que nos "hace ser" partícipes de la naturaleza divina creándonos de nuevo, en terminología paulina, o haciéndonos nacer de nuevo, en terminología johannina, como miembros de su Hijo consubstancial y templos del Espíritu Santo consubstancial a Ambos.

Así, el Nombre que expresa Quién es Dios para nosotros es también "Dios Padre", el cual, entendido en el sentido cristiano de "Padre por adopción de quienes hace partícipes de la Persona de su Hijo consubstancial", lleva a una plenitud de sentido el Nombre Yahweh, que ahora es no solamente "El que hace ser" todas las creaturas según su naturaleza, sino también "El que hace ser" a las creaturas intelectuales y las racionales, los ángeles y los hombres, partícipes de la naturaleza divina.


El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como un único "Él hace ser" ad extra

Volviendo a Dios como "El que hace ser" las creaturas, y teniendo en cuenta el dogma de la unidad de la operación divina ad extra, según el cual todas las operaciones divinas ad extra son comunes a las tres Personas divinas como una sola causa eficiente, es claro que cada una de las tres Personas divinas es el único "Él hace ser", Yahweh, con respecto a las creaturas.

Recordando que el Padre nos ama como amó a su Hijo (Jn 17:23), Jesús manifiesta explícitamente su unidad con el Padre en el amor a nosotros al decir: "Como el Padre me amó, así Yo os he amado" (Jn 15:9), así como su unidad en el "hacernos ser" al decir: "Yo les he dado la gloria que Tú me diste" (Jn 17:22).

Finalmente, en línea con la observación inicial de que ser para un ser viviente es sinónimo de vivir, Jesús muestra la instrumentalidad de su Humanidad en su Ser "Él hace ser" al afirmar que vino a este mundo para que los hombres "tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10:10).


Apéndice: Sobre si se puede llamar Padre a Jesucristo, y en qué sentido

Parto de los siguientes dos puntos:

A. el dogma de fe de la unidad de la operación divina ad extra, y

B. las nociones de causa eficiente, el agente de un evento o acción, y causa final, la finalidad de ese evento o acción.

Por el dogma del punto A, sabemos que la obra de santificación ontológica del ser humano, el hacerlo nacer de nuevo a la participación de la vida divina como miembro del Hijo y templo del Espíritu Santo, es común a las tres Personas divinas. Lo cual no se opone a la atribución o "apropiación" de esa obra al Espíritu Santo, del mismo modo que la Encarnación del Verbo, que fue obra común de las tres Personas divinas, es atribuida usualmente al Espíritu Santo: "fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo".

Por las nociones del punto B, distinguimos entre paternidad como causa eficiente, la acción de engendrar, y paternidad como causa final, la relación personal Padre-hijo que resulta de esa acción. La primera, por el dogma del punto A, corresponde a la Santísima Trinidad, por lo que en cuanto a la causa eficiente somos hijos de las tres Personas divinas, que en nuestra santificacion (y en cualquier otra operación ad extra) obran como una sola causa eficiente. Pero dado que el nuevo nacimiento nos hace miembros de Cristo, no del Padre ni del Espíritu Santo, en cuanto a la causa final, la relación personal que resulta de la santificación, somos hijos adoptivos del Padre. Por lo tanto en el Padre Nuestro nos dirigimos al Padre.

Algo análogo ocurrió en la Encarnación del Verbo. La causa eficiente de esa acción fue la Santísima Trinidad, pero el resultado de esa acción fue que la Humanidad de Jesús fue asumida por el Hijo, no por el Padre ni por el Espíritu Santo.


Nota

[1] En esa audiencia, después de citar las palabras de Jesús a S. Catalina de Siena: "Tú eres lo que no es, Yo soy El que Es", el Papa dice:

Sería oportuno cuando nos referimos a Dios escribir con letra mayúscula aquel "soy" el que "es", reservando la minúscula a las criaturas. Ello sería además un signo de un modo correcto de reflexionar sobre Dios según las categorías del "ser".

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